12 may 2009

LA EXTRAÑA VIDA DE JOSÉ MOJICA MARINS


En 1964 nació un icono para el cine de terror y para la sociedad brasileña. Se trataba de Ze do Caixao (Traducible como José del Ataúd). Una siniestra figura vestida de negro, con una capa y luciendo unas uñas curvadas de 20 centímetros de largo. Su objetivo vital era encontrar a la mujer perfecta y asesinar a toda persona que se interponga en su camino. Su creador e intérprete era el director José Mojica Marins, un cineasta radicalmente independiente que ideó a Ze do Caixao a raíz de una pesadilla en la que se le aparecía una figura vestida de negro que le obligaba a ver las fechas de su nacimiento y muerte.


El éxito de “A medianoche me llevaré tu alma”, primera película en la que aparece Ze, fue tan desmesurado que pronto este personaje tendría su propia canción, un programa de televisión y un cómic, además de servir como recurso para las madres cuando los niños se portaban mal (algo así como el coco en España).


Al particular universo sangriento y erótico de Marins, no le falta la antropofagia, el sadismo, y todas las inmoralidades propias del cine de terror más bizarro. José Mojica Marins dirigió westerns, comedias musicales y pornochanchadas, género en el cuál tuvo la distinción de filmar la primera escena de sexo entre un perro y una mujer en Brasil. Estuvo en la cárcel, se presentó al congreso como diputado, fundó su propia iglesia y su escuela de cine, tuvo 23 hijos con siete mujeres distintas pero José Mojica Marins ha sido también el cineasta más censurado y perseguido en la historia del Brasil y el único realmente independiente de su país.


Hijo de padres españoles, José Mojica Marins nació en 1936 tras una gestación de 11 meses, retraso debido a una condición irregular del vientre de su madre. Siendo su padre torero y su madre cantante de tangos, vivían recorriendo varias localidades del Brasil hasta que después del robo de su hijo por parte de unos gitanos, decidieron abandonar la vida errante y asentarse definitivamente en el barrio de Vila Anastasio, en Sao Paulo. Ahí, después que la Sociedad en contra de la Crueldad hacia los Animales lograra que la fiesta brava se prohibiera en el Brasil, se dedicaron de tiempo completo al cuidado y manejo del cine de Vila Anastasio llamado Santo Estevao, propiedad de un primo del Sr. Mojica y para lo cual tuvieron que irse a vivir en él, justo detrás de la pantalla. Fue allí donde a temprana edad Mojica Marins se interesaría por las imágenes en movimiento.


A la edad de 7 años, Mojica desarrollaría un fuerte interés en los comic y en los fenómenos sobrenaturales, especialmente en el tema de la muerte, gracias a un acontecimiento que le marcó de por vida. Cuenta Marins que cerca de donde vivía había una tienda de papas cuyo dueño solía contarles relatos acerca de la muerte, sobre cómo la gente después de morir iba al cielo en donde había muchos animales y las personas podían comunicarse con ellos. Un día, este señor murió y todo el pueblo asistió a su funeral. Inconsolable, su esposa lloraba y gemía diciendo que solo los buenos morían mientras que los malos permanecían vivos. Sus hijos sugirieron que todos rezasen para que regresara su padre, cosa que todos hicieron incluyendo el propio Marins y tres de sus amiguitos. Grande sería la sorpresa para todos cuando durante sus oraciones, ¡el cuerpo dentro del ataúd comenzó a moverse! Como si nada hubiese ocurrido, el hombre se incorporó de su féretro, todavía con algodón dentro de su boca y fosas nasales, al tiempo que toda la gente reunida huía despavorida, incluyendo a su esposa, su madre, sus hijos y el sacerdote. En el lugar sólo permanecieron Mojica y sus tres amigos curiosos por saber lo que había pasado. Obviamente el hombre no estaba muerto sino que sufría de catalepsia, algo que en esa época era totalmente desconocido en la región. Al final, la esposa dejó al desafortunado hombre, alegando que ése no era su marido, sino que era el mismo demonio que se había posesionado de él. Nadie más volvió a su tienda a comprarle papas y entonces trató de asentarse en otro poblado, pero los rumores le acompañaron y fue mandado a un manicomio, en donde murió dos años después. Tales eventos marcarían a Mojica de por vida.


Pero no sería la única vez que Marins tendría aproximaciones con el mundo de los muertos. Años más tarde, a los 15 años de edad, cuando paseaba con un amigo suyo, su bicicleta se rompió frente al cementerio y con horror vieron cómo varias luces resplandecientes se alzaban sobre las tumbas de los muertos. Este es un fenómeno conocido como fuegos fatuos, pero para los impresionables chicos eran las almas de los muertos que estaban dispuestos a invadir el mundo. Dadas esta experiencias y viviendo en un país impregnado con magia y misticismo, resultado de la mezcla de grupos raciales y religiosos, no es de extrañar que las películas de José Mojica Marins, en especial sus cintas de horror, reflejen un singular y rico folklore que no se parece a nada que se haya filmado antes en ese país.

3 comentarios:

Sil dijo...

Le pese a quien le pese, Mojica Marins es, por méritos propios, un Leviatán del cine con unos cojones del tamaño de Francia, algo que se le puede decir a muy, muy pocos cineastas actuales.

In Ze we trust.

Unknown dijo...

completamente deacuerdo

Caronte dijo...

Pet-ardo? viste la última del más pavoroso de los ateos? Harto cardivache

Continue...

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