26 sept 2007

Lucha por la inmundicia


Cordura, humanismo, sentido común, civilización, son algunos de los términos que ni John Waters ni ninguno de los que participaron en la creación de no se si llamarlo película, documental de ficción o gesto aberrante y demente de evolución humana conocen. A su lado Visitor Q parece una película de Disney. Me refiero a Pink Flamingos (1972) que argumentalmente hablando trata de cómo dos familias luchan por ser los más inmundos y asquerosos del planeta frente al exigente jurado de la prensa sensacionalista.

Divine, bajo el pseudónimo de Babs Jonson vive en una caravana junto a su hijo Crackers, Edie, su madre y la compañera de viaje (¿) Cotton. Son los que sustentan el titulo de los más inmundos del mundo, como reconocimiento a su estilo de vida cochambroso y marginal. Para llegar a comprender lo inmundos que son basta con analizar lo que le contesta Divine a un periodista cuando le pregunta “¿Cuáles son tus creencias políticas?” a lo que ella responde: “Matar a todos, perdonar el asesinato en primer grado, apoyar el canibalismo y comer mierda, esa es mi política, esa es mi vida, escriba lo que guste de esto”.

Los otros son los Marble, un matrimonio rico y ocioso que se dedican a vender bebes a parejas lesbianas, bebes que proceden de dos jóvenes muchachas que tienen encerradas en el sótano. Con los beneficios se financian sus otros negocios, la venta de pornografía y heroína en los colegios. No tienen escrúpulos ni moral y no pueden consentir que Divine les supere en suciedad y depravación, ellos quieren ser los más sucios del mundo.

El hecho de que la película se base en la lucha por la inmundicia no hace más que mostrarnos lo aberrante y poco recomendable que es esta decadencia mental con el menor gusto estético. Imágenes de sexo explicito, gore, canibalismo, coprofagía, zoofilia con patos, incesto y altas dosis de ordinariez componen este cocktail de demencia, dirigido de forma exageradamente cutre como se puede observar en la escena del cumpleaños de Divine, cuando en su jardín hace una especie de video clip con la cámara corriendo entre los invitados muy suelta, enfocando y desenfocando, sin preocuparse por el sol que quema la imagen de ve en cuando (puro cine Underground, o más bien cine casero). John Waters, el director, declarado esteta del mal gusto, es un observador e investigador nato con un olfato infalible para todo lo que huela a cultura basura, y para todo tipo de costumbres, manías, fenómenos y noticias alejadas del buen gusto y la corrección. Gracias a esta facultad encontró la inspiración para crear a Divine y su hipotética familia.

También habría que decir que tiene algunos puntos a favor, como que todo lo que sale en la película excepto las muertes es real y que su final fue completamente calcado por Oliver Stone en asesinos natos.

En conclusión Pink flamingos está concebida como un catálogo de depravaciones que se suceden casi matemáticamente a lo largo de todo el metraje. Es un circo de los horrores pero de buen rollo, aunque un poco más enferma de lo normal. Como decía el director, el argumento es una excusa para mostrar las escenas más sucias de la historia del cine, para sorprender al más curtido y convencerlo de que no todo se había hecho ya.

3 comentarios:

Junkidriko dijo...

Ya quise suicidarme en otra ocasión gracias a Pink Flamingos.

Ha vuelto a lograrlo.

Unknown dijo...

yo odio esa película pese a que pueda parecer lo contrario

Caronte dijo...

yo la amo porke os incita al suicidio

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